lunes, 15 de julio de 2013

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Finalmente me he convertido en la clase de persona que asalta las clases del parvulario en busca de restos mancillados (para siempre) de plastilina bajo las sillas de colores para convencerse de que la felicidad absoluta de los 4 años existió de verdad a veces y de que toda la lluvia que me ha aplastado el flequillo desde entonces no es excusa para no dejarme oler ni un poco a inocencia, aunque sea de lejos, mamá.

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