No me encontrarás en el fondo de la caverna, porque para bien o para mal
(¡para bien!) ya es tarde para eso. ¡No! Mi destino es el de un errante
Sísifo por el camino escarpado, aun cuando el exterior de la caverna no
importe. El Sol no existe exactamente. Pero existo yo, y sus rayos y la
sangre. Da igual cuántas veces intentéis (intentaste, padre) hacerme
descender, ya es tarde para eso, para las cadenas y para creer la verdad
de las mentiras en lugar de a la verdad mentirosa. Ya he entendido que
soy Sísifo, y que abajo, donde las lechugas empanadas, no es mi sitio, y
si no puedo volar, treparé, y rodaré colina escarpada abajo cuando esté
triste, pero si alguna vez me veis caer del todo, recordadme que soy
Sísifo, y cuando recobre las fuerzas seré reina de mi colina, con los
dientes si hace falta. No quiero salir, no se puede hasta que es
demasiado tarde, yo estoy en el jodido camino donde Ulises vivió tantas
aventuras antes de llegar a Ítaca. Aquí me quedo, moviéndome siempre.
Que Ítaca me encuentre ella sola, estoy ocupada despellejándome las
rodillas y sonriendo.
¡Mas qué cojones, viva la libertad, la rebeldía y la esperanza!