viernes, 22 de marzo de 2013

¿Qué es para siempre?


¿No te acojona pensar que la acera que gris que piso todos los días al volver a mi casa se desintegra lentamente?
¿Que mis cordones desatados serán barridos por el tiempo? ¿La respiración tranquila de mi hermano cuando duerme? Mi lengua. El relámpago en potencia del enchufe de cuando nos desafiamos, la nieve de la mejor postal del mundo, las canciones donde escondo momentos como si sólo fueran mías. El caos que me envuelve, mi forma de mirar cuando no me mira nadie. Mi letra horrorosa, la cara de espanto de la gente que la ve, las palabrotas. Follar. Las sonrisas de cuando éramos jóvenes, ir con el puntillo, Palestina, Dantzig, Nietzsche, mi síndrome de Stendhal al mirar al cielo de ese azul inconcebible. Los pulmones negros, el olor de mayo, la lepra otoñal de los parques, mis ganas de desaparecer de las 15:47, el 29 de abril. El vano de la puerta es en vano, mis fútiles juegos de palabras, también. Los brazos de mi madre cuando soy pequeña no tienen ninguna oportunidad contra los latigazos del tiempo, y yo sólo puedo mirar asustada y pálida mientras todo se pudre. Un latido más, un latido menos. ¿Qué es para siempre? A veces sólo un segundo. Ni eso. Y el tiempo no existe, no es más que otra excusa vital ante una muerte anunciada desde... siempre. ¿Qué es para siempre? ¿Y tú me lo preguntas? Para siempre eres tú.
Aunque el polvo del viento diga lo contrario.