martes, 7 de mayo de 2013

Latente

Golpearse la oreja es un dolor maravilloso. Al principio parece que te has equivocado con el teléfono y le has dicho "¿diga?" (entre lagrimones como puños) a una plancha, y lo peor, que llamaba el 1004, pero poco a poco vas emergiendo de ese tortuoso mar de lava de los infiernos más infernales de todo el Hades (Murcia) y piensas, arrullando a ese pequeño, rojo y latente pedacito de ti: "Hoy me he hecho hombre".

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